Podcast Antonio Pacios MSC

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sábado, 9 de mayo de 2009

¿A qué va el Papa Benedicto XVI a Tierra Santa?

¿A qué va el Papa Benedicto XVI a Tierra Santa?

Escrito por Jesús de las Heras Muela - Director de ECCLESIA

Diez respuestas breves y esenciales

1.- Va a peregrinar, a orar, a venerar los Santos Lugares del País de Jesús, la patria de Pedro de Galicia, la cuna de la Iglesia. Pedro vuelve a su tierra. Este viaje es más que ninguno otro una peregrinación religiosa, cristiana, religiosa. Una peregrinación también misionera.
2.- Va a sumarse a la tan numerosa, incontable e ininterrumpida lista de cristianos célebres y anónimos que han peregrinado, peregrinan y peregrinar a Tierra Santa. Va como peregrino entre peregrinos a las raíces de la fe cristiana.

3.- Va a visitar, a confortar, a robustecer a las escuálidas, pobres y marginadas comunidades católicas del País de Jesús, “condenadas” en práctica al éxodo, a la diáspora, al olvido y al torpedo de los gobiernos de la zona. Va a construir, a seguir construyendo, Iglesia. En este sentido, la primera etapa de la peregrinación, Jordania, será la simbolice este compromiso de Benedicto XVI por hacer Iglesia en su visita pastoral a Tierra Santa.
4.- Va a encontrarse con los hermanos cristianos no católicos presentes en Tierra Santa, de modo también muy minoritario y marginado, y, s la vez, muy atomizado. Esta es una peregrinación esencialmente ecuménica. En Tierra Santa la túnica inconsútil de Cristo comenzó a rasgarse y romperse por primera vez. Es apremiante tejer en la unidad del diálogo, de la comunión, de la reconciliación y de la plegaria esta túnica.
5.- Va a testimoniar la existencia del Único Dios Verdadero y a ponerse al servicio del diálogo con los otros dos grandes Religiones monoteístas: el judaísmo y el islamismo. Además entre cristianismo, judaísmo e islámico hay muchos puntos en común, aparte de notables diferencias. Hay vínculos de conexión histórica y esencial con el judaísmo y también de cercanía con el islamismo. El viaje de Benedicto XVI a Tierra Santa es un viaje al diálogo interreligioso.
6.- Va a sembrar paz, a ser mensajero de la paz. La paz no puede esperar. La Tierra Santa ha de ser, en verdad, la tierra de la paz. La etapa jerosolimitana de Benedicto XVI es, ante todo, la etapa de la paz. Todo su viaje lo es como reza el lema del mismo: “Dichosos los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios”.
7.- Va a contribuir a la paz desde lo específico y nuclear del mensaje cristiano, expresado y concretado en la Doctrina Social de la Iglesia… Las profecías han de cumplirse: Tierra Santa ha de ser la tierra de la paz, sí, porque en ella nació el Príncipe de la Paz.
8.- Va a transmitir el mensaje cristiano de la primacía de la vida, que es el mensaje de Nazaret –la tercera de las etapas del viaje papel-. La vida simbolizada en María de Nazaret, fuente de la vida –“¡Bendito el fruto de tu vientre, Jesús!”-, simbolizada en la encarnación, simbolizada en la fecundidad de la fértil y hermosa Galilea.
9.- Va a mostrar el valor sagrado de la familia, célula básica de la sociedad, esperanza de la Iglesia. Belén será la etapa de la familia, en evocación de la Natividad del Hijo de Dios, en evocación de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. La familia cristiana siempre busca ser imagen de esta Bendita Familia.

10.- Va, a través de los medios de comunicación y de la gran expectación suscitada con motivo de este viaje, a mostrar al mundo y a la humanidad la esperanza intrínseca, gozosa, rebosante, desbordante y expansiva del cristianismo. No es un viaje fácil. Pero el Papa lo asume valeroso, consciente de que pocas voces como la suya cuando ser escuchadas, siquiera un poco, en esta tierra, emblema de lo mejor y también de lo peor de nuestra humanidad, necesitada –aun sin saberlo- de la verdadera esperanza. Es también –dicho está ya en el primer punto- un viaje misionero.

jueves, 7 de mayo de 2009

Con el mazo dando




Con el mazo dando

Una Inquisición "de cuarto y mitad"


Fabulosa. Sencillamente fabulosa la carta que ha escrito el Arzobispo de Sevilla, moseñor Carlos Amigo Vallejo, en estos días.

Ya estoy cansado de ver programas basura en los que siempre sacan a relucir temas antiguos hacia la Iglesia como es la Inquisición. A esto hay que aclarar una cosa muy simple: los poderosos siempre han intentado dos cosas, o acallar a la Iglesia o aprovecharse de ella. En el tema de la Inquisición fue lo segundo. Era el poder real (no el eclesiástico) el ejecutor de la Inquisición. El trasfondo era mantener el orden establecido y la excusa fue "mantener la fe". Para ello se utilizaron tribunales amañados por la Corona para condenar, quemar libros, y hacer tropelías contra los condenados. Así pues, la Iglesia NO FUE la Inquisición, sino la Corona española. Por lo único que se le podría criticar a la Iglesia es que pusiera al servicio de la Corona teólogos y personas de estudios (y sobre todo de fe) para examinar libros, opiniones, etc. Y creo que eso no es nada malo, siempre que sea para aclarar el camino de la fe, es decir, quitar la broza que pueda surgir como opiniones poco ortodoxas que puedan confundir al Pueblo de Dios. Esta labor hoy en día la sigue haciendo la Iglesia mediante la Prefectura de la Doctrina de la Fe.

Y esos, precisamente esos, que le echan en cara a todas horas a la Iglesia "su pasado inquisitorial", son ahora los grandes inquisidores del Reino.

La carta no tiene desperdicio, aquí os la adjunto:

Aunque sean una minoría de cuarto y mitad, como escribí hace tiempo, hay señores empeñados en poner arena en los engranajes para que las cosas chirríen. Su razón está en lo último que han oído, en el que más gritó, en lo más novedoso, en la publicación más extravagante de última edición. Están al día, es decir, casi a la intemperie de una reflexión seria. Para ellos no cuenta ni el buen entenderse, ni siquiera quedar en evidencia y hacer el ridículo en aras de una libertad que niegan a los demás.

En una alocada y absurda carrera de competitividad, parece como si nos hubiéramos empeñado en ser lo más de lo más. Es decir, los primeros, los únicos, los irrepetibles. Que hay que pasar por encima de los derechos a vivir y a terminar la existencia con verdadera dignidad, pues adelante con unas normas sin consistencia ni jurídica ni ética. Que hay que poner a los padres en cuarentena y restringir su libertad de elegir el tipo de educación que quieren para sus hijos, pues más imposiciones ideológicas y partidistas. Que hay que corregir y reprobar al Papa porque ejerce su derecho de expresión y magisterio, pues a llevarlo al Parlamento.

Esta nueva inquisición es fundamentalmente laica, agnóstica y malhumorada. No son, los nuevos inquisidores, señores que persiguen a las brujas y a los herejes para ponerlos sambenitos y llevarlos a la hoguera. La nueva inquisición está formada por todos los fundamentalistas empeñados en buscar, con razón o sin ella, el punto flaco y el lado débil de Iglesia y acusar, denunciar, torturar psicológicamente y, si se tercia, reducir a quien interese a las cenizas de la infamia. De cuando en cuando, se abre el desván y aparecen los fantasmas del más rancio anticlericalismo para celebrar su particular y fundamentalista auto de fe.

Ahora le ha tocado al Papa. Quieren hacerle comparecer y tirarle de las orejas por lo que ha dicho, y de lo cual parece que mucho no se han enterado. Nada menos que una reprobación pública sobre sus declaraciones. Tan alta y digna cámara está a punto de convertirse en una especie de "ejército de salvación" y de gendarmería que controla y llama la atención a los díscolos.

El Papa ha desenmascarado los verdaderos motivos del mal, ofreciendo los mejores caminos de solución. Ha sido la voz de una conciencia crítica y justa. Sirviendo en la caridad pastoral, el Papa, con su vida y magisterio, ejerce el oficio ministerial del amor fraterno, cuidando especialmente de los más olvidados y pobres. También, y de modo firme y admirable, cumple su deber de defensa de la verdad, orientando permanentemente con su magisterio. El Papa trata de confirmar la fe de los creyentes. Es decir, el de hacer que nos sintamos tranquilos y seguros de estar en el buen camino. Asume el ministerio de ser pastor universal de la Iglesia.

Carlos Amigo Vallejo

Cardenal Arzobispo de Sevilla

domingo, 3 de mayo de 2009

El Papa ordena 19 sacerdotes y advierte: El "mundo" contamina a la Iglesia


El Papa ordena 19 sacerdotes y advierte: El "mundo" contamina a la Iglesia


El dolor del apóstol, "ver que Dios no es conocido"


 CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 3 de mayo de 2009 (ZENIT.org).- Al ordenar este domingo diecinueve sacerdotes, Benedicto XVI constató que "el mundo", entendido en el sentido evangélico, también contamina la Iglesia.

En la homilía de la celebración eucarística, presidida en la Basílica de San Pedro del Vaticano, el pontífice ofreció pistas para vivir una vida de santidad a los nuevos presbíteros de la diócesis de Roma.

La mitad de los hasta ahora diáconos procedían de la ciudad eterna o de su provincia; otros tres eran italianos, y seis de diferentes países: Nigeria, Haití, Croacia, República Checa, Chile y Corea del Sur.

El Papa les alentó a vivir una vida de entrega total a Dios, como la de los apóstoles que cambiaron el curso de la historia anunciando la salvación en el nombre de Cristo.
 

"El discípulo, y especialmente el apóstol, experimenta el mismo gozo de Jesús al conocer el nombre y el rostro del Padre; y comparte también su mismo dolor al ver que Dios no es conocido, que su amor no es intercambiado", explicó el Santo Padre.

"Por una parte exclamamos, como Juan en su primera Carta: 'Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!'; y por otra parte, con amargura, constatamos: 'El mundo no nos conoce porque no le conoció a él' (1 Juan 3,1)".

"Es verdad --reconoció el Papa--, y nosotros, los sacerdotes, lo sabemos por experiencia: el 'mundo', en la acepción de Juan, no comprende al cristiano, no comprende a los ministros del Evangelio. En parte, porque de hecho no conoce a Dios; y en parte, porque no quiere conocerlo".

"El mundo no quiere conocer a Dios y escuchar a sus ministros, pues esto lo pondría en crisis", aclaró.

El mundo, dijo, insistiendo en el sentido evangélico de este término, " insidia también a la Iglesia, contagiando a sus miembros y a los mismos ministros ordenados".

El "mundo", subrayó, "es una mentalidad, una manera de pensar y de vivir que puede contaminar incluso a la Iglesia, y de hecho la contamina, y por tanto exige constante vigilancia y purificación".

"Estamos 'en' el mundo, y corremos también el riesgo de ser 'del' mundo. Y, de hecho, a veces lo somos".

Para poder tender a la entrega total a Dios, a la santidad, el Papa recomendó a los nuevos sacerdotes vida de oración, "ante todo, en la santa misa cotidiana".

"La celebración eucarística es el acto de oración más grande y más alto y constituye el centro y la fuente de la cual también las demás formas de oración reciben la 'savia': la liturgia de las horas, la adoración eucarística, la lectio divina, el santo Rosario, la meditación".

"El sacerdote que reza mucho y reza bien, va quedando progresivamente despojado de sí mismo y queda cada vez más unido a Jesús, Buen Pastor y Siervo de los hermanos", aseguró el Papa.

"En conformidad con él, también el sacerdote 'da la vida' por las ovejas que le han sido encomendadas", concluyó.




Pastor y Villalobos quieren reprobar a Benedicto XVI


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