Podcast Antonio Pacios MSC

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viernes, 24 de febrero de 2012

De las Homilías del Pseudo-Crisóstomo
(Suplemento, Homilía 6, Sobre la oración: PG 64, 462-466)

LA ORACIÓN ES LUZ DEL ALMA

Nada hay mejor que la oración y coloquio con Dios, ya que por ella nos ponemos en contacto inmediato con él; y, del mismo modo que nuestros ojos corporales son iluminados al recibir la luz, así también nuestro espíritu, al fijar su atención en Dios, es iluminado con su luz inefable. Me refiero, claro está, a aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón; que no queda circunscrita a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y noche.

Conviene, en efecto, que la atención de nuestra mente no se limite a concentrarse en Dios de modo repentino, en el momento en que nos decidimos a orar, sino que hay que procurar también que cuando está ocupada en otros menesteres, como el cuidado de los pobres o las obras útiles de beneficencia u otros cuidados cualesquiera, no prescinda del deseo y el recuerdo de Dios, de modo que nuestras obras, como condimentadas con la sal del amor de Dios, se conviertan en un manjar suavísimo para el Señor de todas las cosas. Y también nosotros podremos gozar, en todo momento de nuestra vida, de las ventajas que de ahí resultan, si dedicamos mucho tiempo al Señor.

La oración es luz del alma, verdadero conocimiento de Dios, mediadora entre Dios y los hombres. Por ella nuestro espíritu, elevado hasta el cielo, abraza a Dios con abrazos inefables, deseando la leche divina, como un niño que, llorando, llama a su madre; por ella nuestro espíritu espera el cumplimiento de sus propios anhelos y recibe unos bienes que superan todo lo natural y visible.

La oración viene a ser una venerable mensajera nuestra ante Dios, alegra nuestro espíritu, aquieta nuestro ánimo. Me refiero, en efecto, a aquella oración que no consiste en palabras, sino más bien en el deseo de Dios, en una piedad inefable, que no procede de los hombres, sino de la gracia divina, acerca de la cual dice el Apóstol: Nosotros no sabemos pedir como conviene, pero el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras.

Semejante oración, si nos la concede Dios, es de gran valor y no ha de ser despreciada; es un manjar celestial que satisface al alma; el que lo ha gustado, se inflama en el deseo eterno de Dios, como en un fuego ardentísimo que inflama su espíritu.

Para que alcance en ti su perfección, pinta tu casa interior con la moderación y la humildad, hazla resplandeciente con la luz de la justicia, adórnala con buenas obras, como con excelentes láminas de metal, y decórala con la fe y la grandeza de ánimo, a manera de paredes y mosaicos; por encima de todo coloca la oración, como el techo que corona y pone fin al edificio, para disponer así una mansión acabada para el Señor y poderlo recibir como en una casa regia y espléndida, poseyéndolo por la gracia como una imagen colocada en el templo del alma.


RESPONSORIO Lm 5, 20-21a; Mt 8, 25
R. ¿Porqué has de olvidarnos para siempre? ¿Porqué toda la vida abandonarnos? * Haz que volvamos a ti, Señor, y volveremos.
V. 
¡Señor, sálvanos, que perecemos!
R. 
Haz que volvamos a ti, Señor, y volveremos.

miércoles, 22 de febrero de 2012

EL AYUNO QUE AGRADA A DIOS

EL AYUNO QUE AGRADA A DIOS


El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, desatar las coyundas de los yugos, dejar libres a los oprimidos, romper todas las cadenas; partir tu pan con el que tiene hambre, dar hospedaje a los pobres que no tienen techo; cuando veas a alguien desnudo, cúbrelo, y no desprecies a tu semejante.

Entonces brillará tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; tu justicia te abrirá camino y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y él te responderá, gritarás y él te dirá: «Aquí estoy».

Cuando destierres de ti los yugos, el gesto amenazante y las malas intenciones; cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, entonces brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.



Sed misericordiosos y alcanzaréis misericordia; perdonad y seréis perdonados; como vosotros hagáis, así se os hará a vosotros; dad y se os dará; no juzguéis y no seréis juzgados; en la medida en que seáis benignos, experimentaréis la benignidad; con la medida con que midáis se os medirá a vosotros.

Ajustemos nuestra conducta a estos mandatos y así, obedeciendo a sus palabras, comportémonos siempre con toda humildad. Dice, en efecto, la palabra de Dios: En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.

De este modo, imitando las obras de tantos otros, grandes e ilustres, corramos de nuevo hacia la meta que se nos ha propuesto desde el principio y que es la paz; no perdamos de vista al que es Padre y Creador de todo el mundo, y tengamos puesta nuestra esperanza en la munificencia y exuberancia del don de la paz que nos ofrece.


RESPONSORIO Is 55, 7; Jl 2, 13; cf. Ez 33, 11
R. Que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes; que regrese al Señor y él tendrá piedad; * porque el Señor, nuestro Dios, es compasivo y misericordioso y se arrepiente de las amenazas.
V. 
No se complace el Señor en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.
R. 
Porque el Señor, nuestro Dios, es compasivo y misericordioso y se arrepiente de las amenazas.

viernes, 17 de febrero de 2012

El Papa: La Iglesia está viva y no tiene miedo a evangelizar


El Papa: La Iglesia está viva y no tiene miedo a evangelizar


VATICANO, 16 Feb. 12 / 10:56 am (ACI/EWTN Noticias).- En su discurso esta mañana a un grupo de obispos de Europa y África en el Vaticano, el Papa Benedicto XVI señaló que la Iglesia está viva y no tiene miedo a cumplir su misión de evangelización ante los muchos y graves desafíos del mundo de hoy.
Así lo indicó el Santo Padre al recibir a los participantes en el segundo simposio de los obispos europeos y africanos, inaugurado el 13 de febrero y dedicado al tema "La evangelización hoy: comunión y cooperación pastoral entre África y Europa".
El Santo Padre explicó que la tarea de la evangelización requiere la oración y el compromiso de todos ya que "es parte integrante de la vocación de todos los bautizados, que es vocación a la santidad. Los cristianos que tienen una fe viva y están abiertos a la acción del Espíritu Santo se convierten en testimonios con la palabra y la vida del Evangelio de Cristo".
El Papa resaltó la necesidad de las relaciones de la Iglesia en África, con sus dificultades, y la que está en Europa, con la que afrontan desafíos comunes sosteniéndose en el lazo común de la caridad.
En ese marco, los obispos deben "tener en cuenta el vínculo esencial entre la fe y la caridad, porque ambas se iluminan mutuamente en su verdad. La caridad favorece la apertura y el encuentro con el hombre de hoy, en su realidad concreta, para llevarlo hacia Cristo y a su amor por cada persona y cada familia, especialmente por los que son pobres y están solos".
Benedicto XVI se refirió luego a las dificultades que enfrentan los obispos, como la indiferencia religiosa "que lleva a muchas personas a vivir como si Dios no existiría o a conformarse con una religión vaga, incapaz de enfrentarse a la cuestión de la verdad y el deber de la coherencia; el peso del ambiente secularizado y a menudo hostil a la fe cristiana" y "el hedonismo, que ha contribuido a que la crisis de valores penetre en la vida cotidiana".
"Síntomas de un grave malestar social son también la difusión de la pornografía y la prostitución. Son ustedes bien conscientes de estos desafíos, que mueven vuestras consciencias pastorales y vuestro sentido de responsabilidad", añadió el Papa.
Sin embargo, esos retos, no deben desanimar a los obispos, sino "brindar la ocasión de redoblar el compromiso y la esperanza que nace de la certeza de que Cristo resucitado está siempre con nosotros".
El Pontífice remarcó luego el papel central de la familia en la pastoral ya que es "la garantía más sólida para la renovación de la sociedad".
"En la familia que custodia costumbres, tradiciones y rituales imbuidos de fe, se encuentra el mejor terreno para el florecimiento de las vocaciones", dijo, invitando a los participantes en el simposio a prestar una atención particular "a la promoción de las vocaciones sacerdotales y de consagración especial".
Recordando que la familia "es también el centro de formación de la juventud", el Papa subrayó que tanto Europa como África necesitan "jóvenes generosos que, con responsabilidad, tomen las riendas de su futuro".
También exhortó a las instituciones a recordar que el porvenir está en manos de estos jóvenes y por ello es importante "hacer todo lo posible para garantizar que su camino no esté marcado por la incertidumbre y la oscuridad".
"En la formación de las nuevas generaciones la dimensión cultural asume un rol importante (...) La Iglesia respeta cada descubrimiento de la verdad, porque toda verdad procede de Dios, pero sabe que la mirada de la fe puesta en Jesús abre la mente y el corazón del ser humano a la Verdad primera que es Dios".
"De ese modo, la cultura alimentada por la fe conduce a la verdadera humanización, mientras que las falsas culturas desembocan en la deshumanización: en Europa y en África hemos tenido tristes ejemplos", observó el Papa.
"Vuestro simposio os ha brindado la oportunidad de reflexionar sobre los problemas de la Iglesia en ambos continentes. Efectivamente, no escasean y son a veces relevantes, pero, por otro lado, también son prueba de que la Iglesia está viva, de que crece, y no tiene miedo de llevar a cabo su misión de evangelización".
Finalmente el Papa hizo un llamado especial a los obispos a vivir la santidad personal, que "debe resplandecer en beneficio de quienes son confiados a vuestra cura pastoral y a quien deben servir. Vuestra vida de oración irrigará del interior vuestro apostolado".
"Un obispo debe ser un enamorado de Cristo. La autoridad moral y la credibilidad que sostienen el ejercicio de vuestro poder jurídico, podrán provenir entonces solo de la santidad de vuestras vidas", concluyó.


Himno: QUÉ HERMOSOS SON LOS PIES


¡Qué hermosos son los pies
del que anuncia la paz a sus hermanos!
¡Y qué hermosas las manos
maduras en el surco y en la mies!

Grita lleno de gozo,
pregonero, que traes noticias buenas:
se rompen las cadenas,
y el sol de Cristo brilla esplendoroso.

Grita sin miedo, grita,
y denuncia a mi pueblo sus pecados;
vivimos engañados,
pues la belleza humana se marchita.

Toda yerba es fugaz,
la flor del campo pierde sus colores;
levanta sin temores,
pregonero, tu voz dulce y tenaz.

Si dejas los pedazos
de tu alma enamorada en el sendero,
¡qué dulces, mensajero,
qué hermosos, que divinos son tus pasos! Amé
n.

martes, 7 de febrero de 2012

EL SACRIFICIO DE ABRAHAM

De las Homilías de Orígenes, presbítero, sobre el libro del Génesis
(Homilía 8, 6. 8. 9: PG 12, 206-209)

EL SACRIFICIO DE ABRAHAM

Tomó Abraham la leña del holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. El hecho de que llevara Isaac la leña de su propio holocausto era figura de Cristo, que cargó también con la cruz; además, llevar la leña del holocausto es función propia del sacerdote. Así, pues, Cristo es a la vez víctima y sacerdote. Esto mismo significan las palabras que vienen a continuación: Los dos caminaban juntos. En efecto, Abraham, que era el que había de sacrificar, llevaba el fuego y el cuchillo, pero Isaac no iba detrás de él, sino junto a él, lo que demuestra que él cumplía también una función sacerdotal.

¿Qué es lo que sigue? Isaac -continúa la Escritura- dijo a su padre Abraham: «Padre.» Ésta es la voz que el hijo pronuncia en el momento de la prueba. ¡Cuán fuerte tuvo que ser la conmoción que produjo en el padre esta voz del hijo, a punto de ser inmolado! Y, aunque su fe lo obligaba a ser inflexible, Abraham, con todo, le responde con palabras de igual afecto: «¿Qué deseas, hijo mío?» El muchacho dijo: «Tenemos fuego y leña: pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?» Abraham le contestó: «Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.»

Resulta conmovedora la cuidadosa y cauta respuesta de Abraham. Algo debía prever en espíritu, ya que dice, no en presente, sino en futuro: Dios proveerá el cordero; al hijo que le pregunta acerca del presente le responde con palabras que miran al futuro. Es que el Señor debía proveerse de cordero en la persona de Cristo.

Abraham tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: «¡Abraham, Abraham!» Él contestó: «Aquí me tienes.» Dios le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo, ni le hagas nada. Ya he comprobado que temes a Dios.» Comparemos estas palabras con aquellas otras del Apóstol, cuando dice que Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros. Ved cómo Dios rivaliza con los hombres en magnanimidad y generosidad. Abraham ofreció a Dios un hijo mortal, sin que de hecho llegara a morir; Dios entregó a la muerte por todos al Hijo inmortal. Abraham levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en los matorrales. Creo que ya hemos dicho antes que Isaac era figura de Cristo, mas también parece serlo este carnero. Vale la pena saber en qué se parecen a Cristo uno y otro: Isaac, que no fue degollado, y el carnero, que sí fue degollado. Cristo es la Palabra de Dios, pero la Palabra se hizo carne.

Cristo padeció, pero en la carne; sufrió la muerte, pero quien la sufrió fue su carne, de la que era figura este carnero, de acuerdo con lo que decía Juan: Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. La Palabra permaneció en la incorrupción, por lo que Isaac es figura de Cristo según el espíritu. Por esto Cristo es a la vez víctima y pontífice según el espíritu. Pues el que ofrece el sacrificio al Padre en el altar de la cruz es el mismo que se ofrece en su propio cuerpo como víctima.

RESPONSORIO Jn 19, 16-17; Gn 22, 6

R. Tomaron a Jesús y lo sacaron; * y, cargando su cruz, salió Jesús hacia el lugar llamado Calvario.
V. Tomó Abraham la leña del holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac.
R. Y, cargando su cruz, salió Jesús hacia el lugar llamado Calvario.

sábado, 4 de febrero de 2012

COLMADOS HASTA POSEER TODA LA PLENITUD DE CRISTO

De las Homilías de un autor espiritual del siglo cuarto
(Homilía 18, 7-11: PG 34, 639-642)

COLMADOS HASTA POSEER TODA LA PLENITUD DE CRISTO

Los que han llegado a ser hijos de Dios y han sido hallados dignos de renacer de lo alto por el Espíritu Santo y poseen en sí a Cristo, que los ilumina y los crea de nuevo, son guiados por el Espíritu de varias y diversas maneras, y sus corazones son conducidos de manera invisible y suave por la acción de la gracia.

A veces, lloran y se lamentan por el género humano y ruegan por él con lágrimas y llanto, encendidos de amor espiritual hacia el mismo.

Otras veces, el Espíritu Santo los inflama con una alegría y un amor tan grandes que, si pudieran, abraza, rían en su corazón a todos los hombres, sin distinción de buenos o malos.

Otras veces, experimentan un sentimiento de humildad que los hace rebajarse por debajo de todos los demás hombres, teniéndose a sí mismos por los más abyectos y despreciables.
Otras veces, el Espíritu les comunica un gozo inefable.

Otras veces, son como un hombre valeroso que, equipado con toda la armadura regia y lanzándose al combate, pelea con valentía contra sus enemigos y los vence. Así también el hombre espiritual, tomando las armas celestiales del Espíritu, arremete contra el enemigo y lo somete bajo sus pies.

Otras veces, el alma descansa en un gran silencio, tranquilidad y paz, gozando de un excelente optimismo y bienestar espiritual y de un sosiego inefable.

Otras veces, el Espíritu le otorga una inteligencia, una sabiduría y un conocimiento inefables, superiores a todo lo que pueda hablarse o expresarse.

Otras veces, no experimenta nada en especial.

De este modo, el alma es conducida por la gracia a través de varios y diversos estados, según la voluntad de Dios que así la favorece, ejercitándola de diversas maneras, con el fin de hacerla íntegra, irreprensible y sin mancha ante el Padre celestial.

Pidamos también nosotros a Dios, y pidámoslo con gran amor y esperanza, que nos conceda la gracia celestial del don del Espíritu, para que también nosotros seamos gobernados y guiados por el mismo Espíritu, según disponga en cada momento la voluntad divina, y para que él nos reanime con su consuelo multiforme; así, con la ayuda de su dirección y ejercitación y de su moción espiritual, podremos llegar a la perfección de la plenitud de Cristo, como dice el Apóstol: Para que seáis colmados hasta poseer toda la plenitud de Cristo.

RESPONSORIO 1Jn 2, 20. 27; Jl 2, 23

R. Vosotros poseéis la unción que viene del Santo; y la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, * y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe.
V. Alegraos y gozaos en el Señor vuestro Dios, porque os ha dado al Maestro de la justicia.
R. Y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe.

jueves, 2 de febrero de 2012

ACOJAMOS LA LUZ CLARA Y ETERNA

De las Disertaciones de san Sofronio, obispo
(Disertación 3, Sobre el Hipapanté, 6. 7: PG 87, 3, 3291-3293)

ACOJAMOS LA LUZ CLARA Y ETERNA

Corramos todos al encuentro del Señor los que con fe celebramos y veneramos su misterio, vayamos todos con alma bien dispuesta. Nadie deje de participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz.

Llevamos en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor divino de aquel que viene a nosotros -el cual hace que todo resplandezca y, expulsando las negras tinieblas, lo ilumina todo con la abundancia de la luz eterna-, ya, sobre todo, para manifestar el resplandor con que nuestras almas han de salir al encuentro de Cristo.

En efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus brazos la luz verdadera y la comunicó a los que yacían en tinieblas, así también nosotros, iluminados por él y llevando en nuestras manos una luz visible para todos, apresurémonos a salir al encuentro de aquel que es la luz verdadera.

Sí, ciertamente, porque la luz ha venido al mundo, para librarlo de las tinieblas en que estaba envuelto y llenarlo de resplandor, y nos ha visitado el sol que nace de lo alto, llenando de su luz a los que vivían en tinieblas: esto es lo que nosotros queremos significar. Por esto avanzamos en procesión con cirios en las manos, por esto acudimos llevando luces, queriendo representar la luz que ha brillado para nosotros, así como el futuro resplandor que, procedente de ella, ha de inundarnos. Por tanto, corramos todos a una, salgamos al encuentro de Dios.

Ha llegado ya aquella luz verdadera que viniendo a este mundo ilumina a todo hombre. Dejemos, hermanos, que esta luz nos penetre y nos transforme.

Ninguno de nosotros ponga obstáculos a esta luz y se resigne a permanecer en la noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor; todos juntos, iluminados, salgamos a su encuentro y, con el anciano Simeón, acojamos aquella luz clara y eterna; imitemos la alegría de Simeón y, como él, cantemos un himno de acción de gracias al Engendrador y Padre de la luz, que ha arrojado de nosotros las tinieblas y nos ha hecho partícipes de la luz verdadera.

También nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de Dios, que él ha presentado ante todos los pueblos y que ha manifestado para gloria de nosotros, los que formamos el nuevo Israel; y, así como Simeón, al ver a Cristo, quedó libre de las ataduras de la vida presente, así también nosotros hemos sido liberados del antiguo y tenebroso pecado.

También nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles en pueblo de Dios (Cristo es, en efecto, la salvación de Dios Padre) y hemos visto, con nuestros ojos, al Dios hecho hombre; y de este modo, habiendo visto la presencia de Dios y habiéndola aceptado, por decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos llamados el nuevo Israel. Esto es lo que vamos celebrando año tras año, porque no queremos olvidarlo.

RESPONSORIO Ez 43, 4-5; cf. Lc 2, 27
R. La gloria del Señor entró en el templo por la puerta oriental, * y llenó el templo la gloria del Señor.
V. Llevaron sus padres al niño Jesús al templo.
R. Y llenó el templo la gloria del Señor.

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