Podcast Antonio Pacios MSC

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sábado, 31 de marzo de 2012

PARTICIPEMOS PLENAMENTE EN LA PASCUA

De las Disertaciones de san Gregorio de Nacianzo, obispo
(Disertación 45, 23-24; PG 36, 654-655)
Es verdad que ahora celebraremos la Pascua todavía sacramentalmente; sin embargo, lo haremos ya con un conocimiento más claro que en la antigua ley (ya que la Pascua de la ley antigua era -no tengo reparo en decirlo- una figura más oscura que lo que representaba), y de aquí a poco la celebraremos de un modo más puro y perfecto, a saber, cuando aquel que es la Palabra beba con nosotros el vino nuevo en el reino de su Padre, dándonos la plena y clara inteligencia de lo que aquí nos enseñó de un modo más restringido. Decimos «nuevo», pues siempre resulta nuevo lo que se llega a comprender de una manera diferente.

Y ¿en qué consiste esa bebida y esa manera nueva de percibir? Eso es lo que toca a él enseñar a sus discípulos, y a nosotros aprenderlo. Y la doctrina de aquel que alimenta es también alimento.

Celebremos, pues, ahora también nosotros lo mismo que celebraba la ley antigua, pero no en un sentido literal, sino evangélico; de una manera perfecta, no imperfecta; de un modo eterno, no temporal. Sea nuestra capital no la Jerusalén terrena, sino la metrópoli celestial; quiero decir, no ésta que es ahora hollada por los ejércitos, sino la que es ensalzada por las alabanzas y encomios angélicos.

Inmolemos no ya terneros y machos cabríos, que es cosa ya caducada y sin sentido, sino el sacrificio de alabanza, ofrecido a Dios en el altar del cielo, junto con los coros celestiales. Atravesemos el primer velo, no nos detengamos ante el segundo, contemplemos de lleno el santuario. y diré más todavía: inmolémonos nosotros mismos a Dios, inmolemos cada día nuestra persona y toda nuestra actividad, imitemos la pasión de Cristo con nuestros propios padecimientos, honremos su sangre con nuestra propia sangre, subamos con denuedo a la cruz.

Si quieres imitar a Simón de Cirene, toma la cruz y sigue al Señor.

Si quieres imitar al buen ladrón crucificado con él, reconoce honradamente su divinidad; y así como entonces Cristo fue contado entre los malhechores, por ti y por tus pecados, así tú ahora, por él, serás contado entre los justos. Adora al que por amor a ti pende de la cruz y, crucificándote tú también, procura recibir algún provecho de tu misma culpa; compra la salvación con la muerte; entra con Jesús en el paraíso, para que comprendas de qué bienes te habías privado. Contempla todas aquellas bellezas; deja fuera, muerto, lo que hay en ti de murmurador y blasfemo.

Si quieres imitar a José de Arimatea, pide el cuerpo a aquel que lo mandó crucificar; haz tuya la víctima expiatoria del mundo.

Si quieres imitar a Nicodemo, el que fue a Jesús de noche, unge a Jesús con aromas, como lo ungió él para honrado en su sepultura.

Si quieres imitar a María, a la otra María, a Salomé y a Juana, ve de madrugada a llorar junto al sepulcro, y haz de manera que, quitada la piedra del monumento, puedas ver a los ángeles y aun al mismo Jesús.

RESPONSORIO Hb 13, 12-13; 12, 4
R. Jesús, para santificar con su propia sangre al pueblo, padeció la muerte fuera de la ciudad; * salgamos, pues, hacia éi fuera del campamento, cargando con su oprobio.
V. 
Pues vosotros no habéis resistido aún hasta el derramamiento de sangre en vuestra lucha contra el pecado.
R. Salgamos, pues, hacia él fuera del campamento, cargando con su oprobio.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, aunque continuamente realizas la salvación de los hombres, sin embargo, concedes a tu pueblo gracias más abundantes en este tiempo de Cuaresma; dígnate, pues, mirar con amor el esfuerzo cuaresmal de tus elegidos y concede tu ayuda tanto a los catecúmenos que van a recibir el bautismo como a tus hijos que ya lo hemos recibido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Paga impuestos la Iglesia católica en España?


¿Paga impuestos la Iglesia católica en España?

(Ángel Manuel Sánchez García)

Los beneficios fiscales de la Iglesia Católica constituida en asociaciones sin ánimo de lucro y declaradas de utilidad pública, en el desarrollo común de sus actividades, se acogen más en la práctica a laLey 49/2002 de Entidades sin ánimo de lucro, que propiamente a la aplicación de los Acuerdos económicos con la Santa Sede.
Es criterio general establecido para las asociaciones declaradas de utilidad pública que no tributen o lo hagan al 10% respecto de las rentas que obtengan y no se justifiquen en relación con las actividades protegidas, por contribuir en última instancia a la realización de intereses generales.
El debate actual se centra falazmente en la defensa o ataque de lo que muchos llaman privilegios de la Iglesia católica, cuando más biense trata de beneficios otorgados en su condición de institución declarada de utilidad pública, al igual que la Cruz Roja, las fundaciones benéfico-sociales y las ONG´s, que tampoco pagan el IBI (artículo 15º de la Ley 49/2002).
Son cerca de 14.000 millones de euros lo que la Iglesia ahorra al Estado en la prestación de los servicios y atenciones que corresponderían desarrollar a las Administraciones públicas. Que existe utilidad pública en las actividades de la Iglesia es algo tan evidente que no admite discusión.
Por eso, hablaba de que lo que hay detrás de este debate agresivo con la Iglesia es un deseo desamortizador y de ningunear a la Santa Sede como sujeto de Derecho Internacional. Es decir, lo que hay es una intención de considerar en manos muertas todos los bienes materiales y espirituales de la Iglesia católica, y por tanto considerar su desamortización, que es lo que viene después, con la intención de anular el fenómeno religioso en la sociedad y expropiar sus recursos materiales y espirituales para ponerlos al servicio del proyecto del Estado, sin indemnización, sin respeto alguno por la verdad aplastante de la contribución enorme que a la Sociedad española realiza la religión cristiana y la Iglesia católica con sus numerosas asociaciones.
La Iglesia católica por tanto deberá en el futuro orientar sus relaciones con el Estado en materia económica en la línea de defender exclusivamente la igualdad de trato en relación con todas las entidades sin ánimo de lucro no confesionales, porque existirá con el tiempo una convergencia hacia el Estado laico constitucional. De hecho, en la práctica ya está operando, en este caso a través del reconocimiento asociativo y no confesional de la Iglesia católica (por ello la primera ley a utilizar con la Iglesia católica en materia tributaria es esa Ley 49/2002).
Actualmente la Iglesia es una institución libre y no clientelar (no pueden otras asociaciones como sindicatos y patronal presumir de ello), pues no existe dependencia económica alguna respecto del Estado, debiendo de éste recibir únicamente un trato igual en base al reconocimiento objetivo de la utilidad pública de todas las entidades que sin ánimo de lucro, colaboran con el Estado en la realización de los intereses generales.
Si el argumento es privar de los beneficios fiscales a la Iglesia por ser vos quien sóis, y sin que esta medida afecte a otras entidades (Cruz Roja, fundaciones de partidos políticos, sindicatos, de memoria histórica, y todas las demás), dicho argumento sólo puede entenderse desde el anticlericalismo, el laicismo agresivo y la intolerancia mantenida por la izquierda española respecto de la religión católica, que hay que recordar es practicada libremente entre los españoles, entre los cuales 7,2 millones en 2010 asumen voluntaria y libremente la responsabilidad de financiar con sus exclusivos medios a través de su IRPF y de sus donaciones, el desarrollo de los fines de culto, magisterio y jurisdicción que atribuyen ellos exclusivamente como autoridad moral y religiosa a la Iglesia católica.
Un Estado aconfesional reconoce el fenómeno religioso existente en la sociedad civil (el Estado laico sólo el asociativo), sin tomar partido por él, simplemente por significarse, por manifestarse con espontaneidad en la sociedad civil.
Esta es la a-confesionalidad del Estado en la Constitución (un Estado laico (minoritarios en la UE) ignoraría básicamente el fenómeno religioso de la sociedad civil) .
Del Estado sólo se puede esperar en aplicación del artículo 16 de la Constitución, neutralidad (trato igual a los iguales), aconfesionalidad (sin preferencia ideológica ó confesional alguna) y reconocimiento, siempre, a las formas institucionales de expresión que utiliza la sociedad civil a-política, que colaboran con la res pública en la consecución de los intereses generales, y que tanto ahorro de gasto público producen.
En resumidas cuentas, coexisten manifestaciones de Estado aconfesional en tanto que reconoce sin proteger, el estatus de la Iglesia católica (por ello la asignación tributaria es un producto de la aconfesionalidad del Estado, y por ello fue creada por los Acuerdos de 1979 (máxima expresión de la aconfesionalidad del Estado español con la Iglesia católica), dado que el Estado al estimar la existencia del fenómeno de las confesiones religiosas y de las ONG´s como manifestaciones beneficiosas para la sociedad, las ampara burocráticamente (pone sus medios (los recursos humanos y materiales en las campañas por IRPF)), con manifestaciones de Estado laico (el reconocimiento al fenómeno puramente asociativo beneficiándole fiscalmente en tanto que estima su utilidad pública con indiferencia respecto de su naturaleza religiosa ó no religiosa).
La evolución legislativa (el pensamiento del legislador) está sufriendo, como la sociedad española, una transición desde el reconocimiento de las confesiones religiosas como un fenómeno a tener en cuenta, a una completa indiferencia respecto del mismo. Reacciones y contra-reacciones evidencian la dificultad de establecer el término medio(que es sinónimo de aconfesionalidad del Estado), que es el que a mi juicio, la Iglesia ha conquistado con su completa autosuficiencia financiera.
Hablar por ello de privilegios económicos es injusto.

sábado, 17 de marzo de 2012

DÍA DEL SEMINARIO


Protector y custodio fiel


San José
Esposo de la Virgen María
Protector y custodio fiel
De los sermones de san Bernardino de Siena, presbítero
La norma general que regula la concesión de gracias singulares a una criatura racional determinada es la de que, cuando la gracia divina elige a alguien para un oficio singular o para ponerle en un estado preferente, le concede ­todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar.
Esta norma se ha verificado de un modo excelente en san José, que hizo las veces de padre de nuestro Señor Jesucristo y que fue verdadero esposo de la Reina del universo ­y Señora de los ángeles. José fue elegido por el eterno P­adre como protector y custodio fiel de sus principales tesoros, esto es, de su Hijo y de su Esposa, y cumplió su oficio con insobornable fidelidad. Por eso le dice el Señor: Eres un empleado fiel y cumplidor; pasa al banquete de tu Señor.
Si relacionamos a José con la Iglesia universal de Cristo, ¿­no es este el hombre privilegiado y providencial, por medio del cual la entrada de Cristo en el mundo se desa­rrolló de una manera ordenada y sin escándalos? Si es verdad que la Iglesia entera es deudora a la Virgen Madre por cuyo medio recibió a Cristo, después de María es san José a quien debe un agradecimiento y una veneración singular.
José viene a ser el broche del antiguo Testamento, broche en el que fructifica la promesa hecha a los patriarcas y los profetas. Sólo él poseyó de una manera corporal lo que para ellos había sido mera promesa.
No cabe duda de que Cristo no sólo no se ha desdicho de la familiaridad y respeto que tuvo con él durante su vida mortal como si fuera su padre, sino que la habrá completado y perfeccionado en el cielo.
Por eso, también con razón, se dice más adelante: Pasa al banquete de tu Señor. Aun cuando el gozo santificado por este banquete es el que entra en el corazón del hombre, el Señor prefirió decir: Pasa al banquete, a fin de insinuar místicamente que dicho gozo no es puramente interior, sino que circunda y absorbe por doquier al bienaventurado, como sumergiéndole en el abismo infinito de Dios.
Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Oración
Dios todopoderoso, que confiaste los primeros miste­rios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de san José, haz que, por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro Señor Jesucristo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO



El Evangelio del tercer domingo de Cuaresma nos presenta una reacción enérgica de Jesús frente a los que habían convertido en un mercado la casa de su Padre. Este acto significa la purificación del templo de Jerusalén y es un gesto de autoridad que, según la esperanza de los profetas y del pueblo fiel, tenía que realizar el Mesías. A partir de este episodio, el Evangelio de San Juan se eleva a la consideración de otro “templo”, el templo verdadero que es el mismo Jesús.
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El templo de Jerusalén había sido profanado no pocas veces por reyes impíos de Judá o por invasores extranjeros. Cuando se recuperaba la normalidad, se procedía a su purificación. Pero ahora se trataba de una profanación desde el interior de Israel, con un mercadeo que invadía el espacio reservado a significar y vivir la presencia de Dios.
En el marco de la Pascua, la gran fiesta religiosa que incluía la peregrinación a Jerusalén por parte de los judíos piadosos, Jesús realiza un signo impresionante, al estilo de los grandes profetas. Con esta acción cargada de simbolismo, quiere llevar a sus últimas consecuencias la denuncia de que el templo, la casa de su Padre, casa de oración, haya sido convertido en lugar recompra y venta, y que el carácter religioso del templo, donde se ha de adorar a Dios, haya quedado desvirtuado.
Los judíos intervienen pidiendo signos que justifiquen su proceder, y Jesús les responde de manera enigmática aludiendo a su muerte y resurrección: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”. Él hablaba del templo de su cuerpo y se refería a la resurrección al tercer día de su muerte, como lo entendieron sus discípulos después de los acontecimientos pascuales. Su muerte y su resurrección son el signo que legitima su actuación. Todo el pasaje se orienta a esta manifestación de Cristo en su misterio salvador. Cristo, nuevo templo, da paso a una nueva Alianza y a un nuevo culto “en espíritu y en verdad”.
El nuevo templo espiritual se construye sobre Cristo, muerto y resucitado, que es el fundamento de la nueva Alianza. Por medio de él y unidos a él, también los cristianos somos piedras vivas que formamos parte de la construcción de un edificio espiritual para ofrecer a Dios sacrificios espirituales, agradables al Padre y aceptados por él por medio de Jesucristo y en el Espíritu Santo. Cada uno de los creyentes que vive en comunión con él, se convierte en una piedra viva de ese templo que hace presente en medio del mundo la fuerza salvadora de Dios, que ofrece un culto al Padre en espíritu y en verdad y que es un signo del amor salvador de Dios en Cristo y en el Espíritu Santo para la
humanidad entera.
Para lograr ser fieles a esta vocación, estamos llamados a purificarnos siempre nuevamente de nuestros pecados, acogiéndonos a la misericordia de Dios y a su gracia salvadora. Y también estamos llamados a purificar la Iglesia, que aunque es santa por los dones que le ha merecido y le ha confiado Jesucristo, necesita también ser limpiada del pecado que hay en ella porque está formada por hombres inclinados al mal y, a menudo pecadores. Por esta razón, el Papa nos recuerda, en esta Cuaresma, la importancia de acudir al sacramento del perdón de Dios, a la confesión, que nos purifica del pecado y nos reconcilia con Dios, con la Iglesia y con los hermanos y hermanas en la fe.

+ Josep Àngel Saiz Meneses
Obispo de Terrassa

sábado, 3 de marzo de 2012

ESTE ES MI HIJO AMADO, ESCUCHADLE


LOS INTERROGANTES MAS PROFUNDOS DEL HOMBRE

De la Constitución pastoral Gáudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del Concilio Vaticano segundo
(Núms.9-10)

LOS INTERROGANTES MAS PROFUNDOS DEL HOMBRE

El mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado y que pueden aplastarlo o salvarlo. Por ello se interroga a sí mismo.

En realidad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano.

Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de creatura, el hombre experimenta múltiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior.

Atraído por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar. Más aún, como enfermo y pecador, no es raro que haga lo que no quiere y deje de hacer lo que querría llevar a cabo. Por ello siente en sí mismo la división, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad.

Son muchísimos los que, tarados en su vida por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara percepción de este dramático estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo. Muchos piensan hallar su descanso en una interpretación de la realidad, propuesta de múltiples maneras.

Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos.

Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la audacia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo.

Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación, y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que haya de encontrar la salvación.

Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se hallan en su Señor y Maestro.

Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre.


RESPONSORIO 1Co 15, 55-56. 57; Lm 3, 25
R. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el pecado. * ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
V. 
Bueno es el Señor para el que en él espera, para el alma que lo busca.
R. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!


ORACIÓN.
OREMOS,
Padre eterno, convierte hacia ti nuestros corazones, para que, viviendo consagrados a tu servicio, te busquemos siempre a ti, que eres lo único necesario, y practiquemos la caridad en todas nuestras acciones. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

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