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martes, 29 de mayo de 2012
Fondos privados aportan el 62% del presupuesto de Cáritas
sábado, 26 de mayo de 2012
Congreso Mundial de las Familias
'El aborto ha logrado lo que no consigue el Ku-Klux-Klan', denuncia la sobrina de Luther King
Por gsanchez
Congreso Mundial de las Familias
Los expertos advierten del desgaste social y político de las naciones que ha provocado la legislación generalizada del aborto.
El impactante discurso de Alveda C. King se centró en el daño que ha causado en las familias afro-americanas la difusión de la "cultura de la muerte", promovidas por Planned Parenthood. "El aborto no ha puesto fin a los problemas que enfrentan los afro-americanos sino que ha llevado a la destrucción física, emocional y espiritual, a la desesperación y la desesperanza".
De esta forma, ha señalado que "el aborto legal ha hecho en EEUU lo que el Ku-Klux-Klan no logró ni soñar alcanzar: el exterminio desde 1962 de 14 millones de niños afroamericanos, un tercio de la población negra actual”. La activista provida ha explicado que la cultura de la muerte se basa en las mismas mentiras que sustentaban la segregación y discriminación racial en Estados Unidos, que llevaban a valorar unas vidas y despreciar otras. "Entonces se sostenía la opresión y violencia racial indicando que algunos eran menos humanos que otros en función de su color de piel, y ello justificaba la violencia de los linchamientos, apaleamientos, arrojo a los perros… de los que yo mima fui testigo; Hoy son otros los mártires violentados y oprimidos, pero justificándose en la misma falsedad de que unos seres humanos son superiores a otros”. ha dicho.
Alveda C. King ha descrito la falacia que subyace en la llamada "cultura de la muerte" que intenta ocutar la realidad: “Antes y ahora la cultura de la muerte intenta que sus víctimas no sean visibles. Hasta que no se lograron proteger y difundir las primeras fotos de violencia racial en Estados Unidos y mostrar esa realidad, se negaba lo que estaba ocurriendo: el ver la realidad hizo a la gente reaccionar; ahora, vemos como los promotores del aborto se cierran en banda, por ejemplo, a que se muestren ecografías a la mujer embarazada antes de abortar. Como ocurrió con la cuestión racial". De esta forma, ha advertido de que "América no rechazará el aborto hasta que lo vea. La industria de la muerte lo sabe y por eso trata de ocultar la trágica e inhumana realidad del aborto, escondiendo su negocio sin escrúpulos de forma farisea con un lenguaje mentiroso y manipulador que habla de los derechos humanos y de la salud de la mujer”.
Con su testimonio, ha concluído que "el aborto hace daño al bebé, a la mujer, a las naciones, y mata el futuro”. “También yo, así casi 40 años, y tras dos abortos, llegué a creerme las mentiras que me contaron sobre que aquello que crecía en mi vientre no era un bebé sino un trozo de carne sin vida; o que el aborto vendría a paliar la violencia o el sufrimiento de los niños: pero yo nunca he visto un niño no deseado que luego deseara haber sido abortado", explicó.
En su intervención sobre la situación global del aborto, Nicolás Jouve, catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá y presidente de Cívica, expuso el preocupante panorama mundial que ha dejado la legalización generalizada del aborto. Actualmente, casi dos tercios de la población mundial vive en países cuya legislación permite el aborto, y lo han convertido incluso en un dercho de la mujer, como ha ocurrido en España. Por el contrario, solo un pequeño grupo de países que apenas abarcan un 3% de la población mundial prohíben el aborto sin excepción.
“¿Qué mueve a los legisladores a atentar contra lo que hasta hace pocas décadas era un principio universal y básico, el del respeto y la protección de la vida humana desde la fecundación?" cuestionó Jouvé. El catedrático de Alcalá explicó los dos motivos, ambos falsos, que llevan a los Estados a establecer el aborto como un derecho: el socio-económico, ya que “se recurre al control del crecimiento de la población para paliar las dificultades de abastecimiento de los recursos necesarios para la alimentación y el bienestar de una población”. Ante este problema, Jouve señala que “la ONU debería ocuparse antes de una mejor distribución de los alimentos en el mundo, que de promover la limitación de las bocas a alimentar a costa de traicionar sus propios principios de defensa de la vida humana".
El segundo factor es el ideológico, por el que los gobernantes consideran que la liberación de la mujer está ligada al derecho de la maternidad libremente decidida, que implica que “las mujeres puedan tomar la decisión inicial sobre su embarazo y que esa decisión, consciente y responsable, sea respetada, incluso anteponiéndola al derecho a la vida del concebido no nacido”. La ONU emitió el verano pasado un informe del Consejo de los Derechos Humanos por el que se vinculaba el aborto con el derecho al más alto nivel de salud física y mental. "¿Es esto favorecer la salud física y mental o lo que paradójicamente se llama sociedad del bienestar? Hay constancia estadística y científica de que la segunda víctima de un acto tan cruel y violento contra la vida de un indefenso, como lo es el aborto, es la propia mujer que lo consiente", planteaba Jouvé.
martes, 22 de mayo de 2012
LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA
De la Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano segundo
(Núms. 4. 12)
LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA
Consumada la obra que el Padre confió al Hijo en la tierra, fue enviado el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, para que indeficientemente santificara a la Iglesia y, de esta forma, los que creen en Cristo pudieran acercarse al Padre en un mismo Espíritu. Él es el Espíritu de vida o la fuente del agua que brota para comunicar vida eterna; por el cual el Padre vivifica a todos los muertos por el pecado, hasta que el mismo Espíritu resucite en Cristo sus cuerpos mortales.
El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo, y en ellos ora y da testimonio de la adopción de hijos. Con diversos dones jerárquicos y carismáticos dirige a la Iglesia, a la que guía hacia toda verdad, y la unifica en comunión y ministerio, enriqueciéndola con todos sus frutos.
Con la fuerza del Evangelio hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: «¡Ven!»
Así se manifiesta la Iglesia como una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
La universalidad de los fieles que tiene la unción del Espíritu Santo no puede fallar en su creencia, y ejerce esta peculiar propiedad mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando desde los obispos hasta los últimos fieles seglares manifiestan un asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres.
Con ese sentido de la fe, que el Espíritu Santo mueve y sostiene, el pueblo de Dios, bajo la dirección del magisterio, al que sigue fidelísimamente, recibe no ya la palabra de los hombres, sino la verdadera palabra de Dios; se adhiere indefectiblemente a la fe que ha sido transmitida de una vez para siempre a los fieles; penetra profundamente en ella con rectitud de juicio y la aplica más íntegramente en la vida.
Además, el mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al pueblo de Dios por los sacramentos y los ministerios y lo enriquece con las virtudes, sino que, distribuyéndolos a cada uno en particular según le place, reparte entre los fieles dones de todo género, incluso especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad.
Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo.
RESPONSORIO Jn 7, 37. 38. 39
R. El último día de la fiesta, Jesús clamaba en alta voz: «Del que crea en mí brotarán torrentes de agua viva.» * Esto lo dijo del Espíritu, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe. Aleluya.
V. El que tenga sed que venga a mí y que beba; brotarán de él torrentes de agua viva.
R. Esto lo dijo del Espíritu, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe. Aleluya.
(Núms. 4. 12)
LA MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA
Consumada la obra que el Padre confió al Hijo en la tierra, fue enviado el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, para que indeficientemente santificara a la Iglesia y, de esta forma, los que creen en Cristo pudieran acercarse al Padre en un mismo Espíritu. Él es el Espíritu de vida o la fuente del agua que brota para comunicar vida eterna; por el cual el Padre vivifica a todos los muertos por el pecado, hasta que el mismo Espíritu resucite en Cristo sus cuerpos mortales.
El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo, y en ellos ora y da testimonio de la adopción de hijos. Con diversos dones jerárquicos y carismáticos dirige a la Iglesia, a la que guía hacia toda verdad, y la unifica en comunión y ministerio, enriqueciéndola con todos sus frutos.
Con la fuerza del Evangelio hace rejuvenecer a la Iglesia, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: «¡Ven!»
Así se manifiesta la Iglesia como una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
La universalidad de los fieles que tiene la unción del Espíritu Santo no puede fallar en su creencia, y ejerce esta peculiar propiedad mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando desde los obispos hasta los últimos fieles seglares manifiestan un asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres.
Con ese sentido de la fe, que el Espíritu Santo mueve y sostiene, el pueblo de Dios, bajo la dirección del magisterio, al que sigue fidelísimamente, recibe no ya la palabra de los hombres, sino la verdadera palabra de Dios; se adhiere indefectiblemente a la fe que ha sido transmitida de una vez para siempre a los fieles; penetra profundamente en ella con rectitud de juicio y la aplica más íntegramente en la vida.
Además, el mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al pueblo de Dios por los sacramentos y los ministerios y lo enriquece con las virtudes, sino que, distribuyéndolos a cada uno en particular según le place, reparte entre los fieles dones de todo género, incluso especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad.
Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo.
RESPONSORIO Jn 7, 37. 38. 39
R. El último día de la fiesta, Jesús clamaba en alta voz: «Del que crea en mí brotarán torrentes de agua viva.» * Esto lo dijo del Espíritu, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe. Aleluya.
V. El que tenga sed que venga a mí y que beba; brotarán de él torrentes de agua viva.
R. Esto lo dijo del Espíritu, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe. Aleluya.
sábado, 19 de mayo de 2012
ASCENSIÓN DEL SEÑOR
ASCENSIÓN DEL SEÑOR
R. Cristo se les apareció después de su pasión a lo largo de cuarenta días, y les fue instruyendo acerca del reino de Dios; * y se elevó en presencia de ellos, y una nube lo ocultó a su vista. Aleluya.
V. Estando una vez comiendo con ellos a la mesa, les mandó que no saliesen de Jerusalén, sino que esperasen ahí la promesa del Padre.
R. Y se elevó en presencia de ellos, y una nube lo ocultó a su vista. Aleluya.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos,
a ti nuestra alabanza,
a ti, Padre del cielo, te aclama la creación.
Postrados ante ti, los ángeles te adoran
y cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor,
Dios del universo;
llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles,
la multitud de los profetas te enaltece,
y el ejército glorioso de los mártires te aclama.
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Padre, infinitamente santo,
Hijo eterno, unigénito de Dios,
santo Espíritu de amor y de consuelo.
Oh Cristo, tú eres el Rey de la gloria,
tú el Hijo y Palabra del Padre,
tú el Rey de toda la creación.
Tú, para salvar al hombre,
tomaste la condición de esclavo
en el seno de una virgen.
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Tú vendrás algún día,
como juez universal.
Muéstrate, pues, amigo y defensor
de los hombres que salvaste.
Y recíbelos por siempre allá en tu reino,
con tus santos y elegidos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu heredad.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Día tras día te bendeciremos
y alabaremos tu nombre por siempre jamás.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado.
ORACIÓN.OREMOS,
Concédenos, Señor, rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él nos precedió. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
miércoles, 16 de mayo de 2012
LOS DÍAS ENTRE LA RESURRECCIÓN Y LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 1 Sobre la Ascensión, 2-4: PL 54, 395-396)
LOS DÍAS ENTRE LA RESURRECCIÓN Y LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Aquellos días, amadísimos hermanos, que transcurrieron entre la resurrección del Señor y su ascensión no fueron infructuosos, sino que en ellos fueron reafirmados grandes misterios y reveladas importantes verdades.
En el transcurso de estos días fue abolido el temor de la muerte funesta y proclamada la inmortalidad, no sólo del alma, sino también del cuerpo. En estos días, mediante el soplo del Señor, todos los apóstoles recibieron el Espíritu Santo; en estos días le fue confiado al bienaventurado apóstol Pedro, por encima de los demás, el cuidado del aprisco del Señor, después de que hubo recibido las llaves del reino.
Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que iban de camino y los reprendió por su resistencia en creer, a ellos, que estaban temerosos y turbados, para disipar en nosotros toda tiniebla de duda. Sus corazones, por él iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras. En la fracción del pan, cuando estaban sentados con él a la mesa, se abrieron también sus ojos, con lo cual tuvieron la dicha inmensa de poder contemplar su naturaleza glorificada.
Por tanto, amadísimos hermanos, durante todo este tiempo que media entre la resurrección del Señor y su ascensión, la providencia de Dios se ocupó en demostrar, insinuándose en los ojos y en el corazón de los suyos, que la resurrección del Señor Jesucristo era tan real como su nacimiento, pasión y muerte.
Por esto, los apóstoles y todos los discípulos, que estaban turbados por su muerte en la cruz y dudaban de su resurrección, fueron fortalecidos de tal modo por la evidencia de la verdad que, cuando el Señor subió al cielo, no sólo no experimentaron tristeza alguna, sino que se llenaron de gran gozo.
Y es que en realidad fue motivo de una inmensa e inefable alegría el hecho de que la naturaleza humana, en presencia de una santa multitud, ascendiera por encima de la dignidad de todas las creaturas celestiales, para ser elevada más allá de todos los ángeles, por encima de los mismos arcángeles, sin que ningún grado de elevación pudiera dar la medida de su exaltación, hasta ser recibida junto al Padre, entronizada y asociada a la gloria de aquel con cuya naturaleza divina se había unido en la persona del Hijo.
RESPONSORIO Jn 14, 2. 3. 16. 18R. Voy a prepararos un lugar, pero volveré otra vez, * para tomaros y llevaros conmigo, para que donde yo esté estéis también vosotros. Aleluya.
V. Yo rogaré al Padre y él os dará otro Abogado que esté con vosotros para siempre; no os dejaré huérfanos, volveré a vosotros.
R. Para tomaros y llevaros conmigo, para que donde yo esté estéis también vosotros. Aleluya.
(Sermón 1 Sobre la Ascensión, 2-4: PL 54, 395-396)
LOS DÍAS ENTRE LA RESURRECCIÓN Y LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Aquellos días, amadísimos hermanos, que transcurrieron entre la resurrección del Señor y su ascensión no fueron infructuosos, sino que en ellos fueron reafirmados grandes misterios y reveladas importantes verdades.
En el transcurso de estos días fue abolido el temor de la muerte funesta y proclamada la inmortalidad, no sólo del alma, sino también del cuerpo. En estos días, mediante el soplo del Señor, todos los apóstoles recibieron el Espíritu Santo; en estos días le fue confiado al bienaventurado apóstol Pedro, por encima de los demás, el cuidado del aprisco del Señor, después de que hubo recibido las llaves del reino.
Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que iban de camino y los reprendió por su resistencia en creer, a ellos, que estaban temerosos y turbados, para disipar en nosotros toda tiniebla de duda. Sus corazones, por él iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras. En la fracción del pan, cuando estaban sentados con él a la mesa, se abrieron también sus ojos, con lo cual tuvieron la dicha inmensa de poder contemplar su naturaleza glorificada.
Por tanto, amadísimos hermanos, durante todo este tiempo que media entre la resurrección del Señor y su ascensión, la providencia de Dios se ocupó en demostrar, insinuándose en los ojos y en el corazón de los suyos, que la resurrección del Señor Jesucristo era tan real como su nacimiento, pasión y muerte.
Por esto, los apóstoles y todos los discípulos, que estaban turbados por su muerte en la cruz y dudaban de su resurrección, fueron fortalecidos de tal modo por la evidencia de la verdad que, cuando el Señor subió al cielo, no sólo no experimentaron tristeza alguna, sino que se llenaron de gran gozo.
Y es que en realidad fue motivo de una inmensa e inefable alegría el hecho de que la naturaleza humana, en presencia de una santa multitud, ascendiera por encima de la dignidad de todas las creaturas celestiales, para ser elevada más allá de todos los ángeles, por encima de los mismos arcángeles, sin que ningún grado de elevación pudiera dar la medida de su exaltación, hasta ser recibida junto al Padre, entronizada y asociada a la gloria de aquel con cuya naturaleza divina se había unido en la persona del Hijo.
RESPONSORIO Jn 14, 2. 3. 16. 18R. Voy a prepararos un lugar, pero volveré otra vez, * para tomaros y llevaros conmigo, para que donde yo esté estéis también vosotros. Aleluya.
V. Yo rogaré al Padre y él os dará otro Abogado que esté con vosotros para siempre; no os dejaré huérfanos, volveré a vosotros.
R. Para tomaros y llevaros conmigo, para que donde yo esté estéis también vosotros. Aleluya.
jueves, 10 de mayo de 2012
San Juan de Ávila, presbítero
San Juan de Ávila, presbítero
fecha: 10 de mayo
n.: 1499 - †: 1569 - país: España
canonización: B: León XIII 4 abr 1894 - C: Pablo VI 1 jun 1970
n.: 1499 - †: 1569 - país: España
canonización: B: León XIII 4 abr 1894 - C: Pablo VI 1 jun 1970
Memoria de san Juan de Ávila, presbítero, que falleció
en Montilla, lugar de Andalucía, en España; había recorrido toda la región de
la Bética predicando a Cristo, y después, habiendo sido acusado injustamente de
herejía, fue recluido en la cárcel, donde escribió la parte más importante de
su doctrina espiritual.
patronazgo: patrono del clero español.
refieren
a este santo: San Juan de Dios
oración:
Oh Dios, que hiciste de san Juan de Ávila un maestro
ejemplar para tu pueblo por la santidad de su vida y por su celo apostólico,
haz que también en nuestros días crezca la Iglesia en santidad por el celo
ejemplar de tus ministros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos. Amén (oración litúrgica).
Uno de los más influyentes y elocuentes jefes
religiosos de la España del siglo XVI, fue san Juan de Ávila. Fue amigo de san
Ignacio de Loyola y consejero espiritual de santa Teresa, san Juan de Dios, san
Francisco de Borja, san Pedro de Alcántara y fray Luis de Granada. Este último
escribió su biografía. Juan nació en Almodóvar del Campo, en la actual
Castilla-La Mancha. Sus padres, que eran muy ricos, y le enviaron, a los
catorce años, a estudiar leyes en la Universidad de Salamanca.
Pero Juan, que no tenía gusto por esa carrera, volvió pronto a su casa, donde se entregó, durante tres años, a la práctica de la devoción y la austeridad.
Un franciscano a quien había impresionado profundamente la piedad del joven, le aconsejó que fuese a Alcalá a estudiar filosofía y teología.
En aquella universidad, el santo tuvo por maestro al célebre Domingo de Soto y conoció a Pedro Guerrero, quien fue más tarde arzobispo de Granada y con quien le unió una amistad que duró toda la vida.
Los padres de Juan murieron cuando él se hallaba en Alcalá y le dejaron una rica herencia, pero el santo distribuyó todos sus bienes entre los pobres, inmediatamente después de su ordenación sacerdotal. Pronto dio muestras de poseer una elocuencia extraordinaria, de suerte que, cuando pidió permiso de partir de misionero a México, el arzobispo de Sevilla le rogó que permaneciese en España para evangelizar a sus compatriotas.
Juan trabajó incansablemente en las misiones de Andalucía, durante nueve años. Ricos y pobres, jóvenes y viejos, letrados e iletrados, santos y pecadores, todos acudían a oírle.
El santo convirtió a mejor vida a innumerables pecadores y, con su dirección, ayudó a alcanzar la perfección a muchos otros. Predicaba como si estuviese directamente inspirado por Dios, ya que la única preparación de sus sermones consistía en las cuatro horas que consagraba diariamente a la meditación.
A un sacerdote que le preguntaba lo que debía hacer para llegar a ser un buen predicador, Juan de Ávila respondió que el único medio era amar a Dios con toda el alma.
Pero Juan, que no tenía gusto por esa carrera, volvió pronto a su casa, donde se entregó, durante tres años, a la práctica de la devoción y la austeridad.
Un franciscano a quien había impresionado profundamente la piedad del joven, le aconsejó que fuese a Alcalá a estudiar filosofía y teología.
En aquella universidad, el santo tuvo por maestro al célebre Domingo de Soto y conoció a Pedro Guerrero, quien fue más tarde arzobispo de Granada y con quien le unió una amistad que duró toda la vida.
Los padres de Juan murieron cuando él se hallaba en Alcalá y le dejaron una rica herencia, pero el santo distribuyó todos sus bienes entre los pobres, inmediatamente después de su ordenación sacerdotal. Pronto dio muestras de poseer una elocuencia extraordinaria, de suerte que, cuando pidió permiso de partir de misionero a México, el arzobispo de Sevilla le rogó que permaneciese en España para evangelizar a sus compatriotas.
Juan trabajó incansablemente en las misiones de Andalucía, durante nueve años. Ricos y pobres, jóvenes y viejos, letrados e iletrados, santos y pecadores, todos acudían a oírle.
El santo convirtió a mejor vida a innumerables pecadores y, con su dirección, ayudó a alcanzar la perfección a muchos otros. Predicaba como si estuviese directamente inspirado por Dios, ya que la única preparación de sus sermones consistía en las cuatro horas que consagraba diariamente a la meditación.
A un sacerdote que le preguntaba lo que debía hacer para llegar a ser un buen predicador, Juan de Ávila respondió que el único medio era amar a Dios con toda el alma.
lunes, 7 de mayo de 2012
Don Braulio pide que no se silencie la persecución de los cristianos
Don Braulio pide que no se silencie la persecución de los cristianos |
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