Suscitad la vocación en vuestros hijos
Mons. Alfonso Milián
Conservo en la memoria el relato que mosén Lemiñana, que en paz descanse, me hizo de su vocación. Tenía once años y presenció cómo fusilaban a su párroco del que era monaguillo. Muy impresionado volvió a casa, contó a su madre lo que había sucedido y le dijo con firmeza: quiero ser sacerdote porque han matado al cura. Y llegó a ser un buen cura, al que la Diócesis tanto debe.
Dios nos llama muchas veces en las situaciones que menos podíamos imaginar.
Unas veces dirigiéndose directamente a nuestro corazón y otras sirviéndose de intermediarios, que pueden ser nuestros padres, el sacerdote, los catequistas, un profesor o un amigo.
En esta semana celebraremos la festividad de san José, el esposo de María y educador de Jesús, Hijo de Dios y verdadero sacerdote de Dios, su Padre. Podemos decir que san José fue el formador de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. Por esto la Iglesia lo tiene como patrono del Seminario, donde se forman los futuros sacerdotes del Pueblo de Dios. En torno a esta fiesta, y el domingo, día 23 de marzo, celebraremos el
Día del Seminario. En esta Jornada hemos de tomar conciencia de la necesidad que el pueblo de Dios tiene de vocaciones al sacerdocio. Cumpliendo el encargo de Jesús:
rogad al dueño de la mies que mande trabajadores a su mies, hemos de rezar por los seminaristas que tenemos y para que el Señor nos conceda las vocaciones que necesitamos.
Esta es la primera tarea, porque cada vocación es un don de Dios. Además, hemos de empeñarnos en crear un clima propicio para que la vocación sacerdotal pueda germinar, de manera que no resulte un acto heroico el que un niño, un adolescente o un joven se plantee la posibilidad de ser sacerdote. Y luego habrá que acogerlo y ayudarle a discernir cómo puede responder a esta llamada.
En este asunto, el papel de los padres, de los abuelos y de la familia en general es muchas veces decisivo. Queridos padres, suscitad la vocación en vuestros hijos y, si Dios os hace este inmenso regalo, acompañadles en el camino y ponedlos en contacto con el párroco. Es también importante el papel de los sacerdotes que tratan con los niños, jóvenes y adolescentes. Casi todas las vocaciones al sacerdocio surgen por el
testimonio de algún sacerdote. Testimonios gozosos y humildes, de haber sido llamados por Dios para esta noble tarea al servicio del Pueblo de Dios. No tengáis miedo de proponerles explícitamente la vocación y de acompañar a quienes la reconocen. Un cura entregado y contento de serlo suele suscitar a su alrededor niños y jóvenes que quieren ser como él.
Pero es también toda la comunidad cristiana la que ha de intervenir en la tarea de suscitar vocaciones, especialmente los catequistas a quienes animo a plantear la vocación a los niños y jóvenes. Todos hemos de sentir como una primera necesidad el superar la actual escasez de sacerdotes que padecemos. Pidamos al Señor que no falte entre nosotros esa «pasión por el Evangelio» que mueva a muchos a seguir la llamada
del Señor.
Con mi afecto y bendición.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón
Conservo en la memoria el relato que mosén Lemiñana, que en paz descanse, me hizo de su vocación. Tenía once años y presenció cómo fusilaban a su párroco del que era monaguillo. Muy impresionado volvió a casa, contó a su madre lo que había sucedido y le dijo con firmeza: quiero ser sacerdote porque han matado al cura. Y llegó a ser un buen cura, al que la Diócesis tanto debe.
Dios nos llama muchas veces en las situaciones que menos podíamos imaginar.
Unas veces dirigiéndose directamente a nuestro corazón y otras sirviéndose de intermediarios, que pueden ser nuestros padres, el sacerdote, los catequistas, un profesor o un amigo.
En esta semana celebraremos la festividad de san José, el esposo de María y educador de Jesús, Hijo de Dios y verdadero sacerdote de Dios, su Padre. Podemos decir que san José fue el formador de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. Por esto la Iglesia lo tiene como patrono del Seminario, donde se forman los futuros sacerdotes del Pueblo de Dios. En torno a esta fiesta, y el domingo, día 23 de marzo, celebraremos el
Día del Seminario. En esta Jornada hemos de tomar conciencia de la necesidad que el pueblo de Dios tiene de vocaciones al sacerdocio. Cumpliendo el encargo de Jesús:
rogad al dueño de la mies que mande trabajadores a su mies, hemos de rezar por los seminaristas que tenemos y para que el Señor nos conceda las vocaciones que necesitamos.
Esta es la primera tarea, porque cada vocación es un don de Dios. Además, hemos de empeñarnos en crear un clima propicio para que la vocación sacerdotal pueda germinar, de manera que no resulte un acto heroico el que un niño, un adolescente o un joven se plantee la posibilidad de ser sacerdote. Y luego habrá que acogerlo y ayudarle a discernir cómo puede responder a esta llamada.
En este asunto, el papel de los padres, de los abuelos y de la familia en general es muchas veces decisivo. Queridos padres, suscitad la vocación en vuestros hijos y, si Dios os hace este inmenso regalo, acompañadles en el camino y ponedlos en contacto con el párroco. Es también importante el papel de los sacerdotes que tratan con los niños, jóvenes y adolescentes. Casi todas las vocaciones al sacerdocio surgen por el
testimonio de algún sacerdote. Testimonios gozosos y humildes, de haber sido llamados por Dios para esta noble tarea al servicio del Pueblo de Dios. No tengáis miedo de proponerles explícitamente la vocación y de acompañar a quienes la reconocen. Un cura entregado y contento de serlo suele suscitar a su alrededor niños y jóvenes que quieren ser como él.
Pero es también toda la comunidad cristiana la que ha de intervenir en la tarea de suscitar vocaciones, especialmente los catequistas a quienes animo a plantear la vocación a los niños y jóvenes. Todos hemos de sentir como una primera necesidad el superar la actual escasez de sacerdotes que padecemos. Pidamos al Señor que no falte entre nosotros esa «pasión por el Evangelio» que mueva a muchos a seguir la llamada
del Señor.
Con mi afecto y bendición.
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón
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