1Mac 2,15-29: "Viviremos según la alianza de nuestros padres"
Sal 49: Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
Lc 19,41-44: "No reconociste la visita de Dios"
La ciudad de Jerusalén era la capital de Palestina en tiempos de Jesús. En ella se concentraba el poder político, religioso y económico de todo el país. Jesús llora al contemplarla, porque ha sido incapaz de reconocer al Mesías, al Salvador. Su importancia política, económica y religiosa le cierra los ojos ante el Hijo de Dios que la ha visitado. Llanto es el profundo sentimiento humano que manifiesta Jesús al saberse no reconocido por los habitantes de Jerusalén. La ceguera de la ciudad es el comienzo del castigo que terminará con su caída y destrucción total en el año 70 de nuestra era. Rechazar el mensaje del Salvador, negarse a dar crédito a sus palabras de justicia y paz, la llevará a la destrucción. Desconociendo que Jesús es el camino por el cual se puede alcanzar la paz y la justicia entre los hombres, la ciudad se ha opuesto a la acción de Dios. De seguro más de alguna vez nosotros nos hemos sentido también rechazados, y nuestras palabras nos han parecido despreciadas. Pero a pesar de todo, como Jesús, hemos de proseguir nuestro camino y ser capaces de entrar donde debamos asumir la cruz. El aceptó con responsabilidad el destino que aquella ciudad enceguecida le tenía deparado. Tal es su ejemplo.
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