De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 32,
sermón 1, 7-8: CCL 38, 253-254)
CANTAD A DIOS CON MAESTRÍA Y CON
JÚBILO
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo. Despojaos
de lo antiguo, ya que se os invita al cántico nuevo. Nuevo hombre, nuevo
Testamento, nuevo cántico. El nuevo cántico no responde al hombre antiguo. Sólo
pueden aprenderlo los hombres nuevos, renovados de su antigua condición por obra
de la gracia y pertenecientes ya al nuevo Testamento, que es el reino de los
cielos. Por él suspira todo nuestro amor y canta el cántico nuevo. Pero es
nuestra vida, más que nuestra voz, la que debe cantar el cántico
nuevo.
Cantadle un cántico nuevo, cantadle con maestría. Cada uno se
pregunta cómo cantará a Dios. Cántale, pero hazlo bien. Él no admite un canto
que ofenda sus oídos. Cantad bien, hermanos. Si se te pide que cantes para
agradar a alguien entendido en música, no te atreverás a cantarle sin la debida
preparación musical, por temor a desagradarle, ya que él, como perito en la
materia, descubrirá unos defectos que pasarían desapercibidos a otro cualquiera.
¿Quién, pues, se prestará a cantar con maestría para Dios, que sabe juzgar del
cantor, que sabe escuchar con oídos críticos? ¿Cuándo podrás prestarte a cantar
con tanto arte y maestría que en nada desagrades a unos oídos tan
perfectos?
Mas he aquí que él mismo te sugiere la manera cómo has de
cantarle: no te preocupes por las palabras, como si éstas fuesen capaces de
expresar lo que deleita a Dios. Canta con júbilo. Éste es el canto que agrada a
Dios, el que se hace con júbilo. ¿Qué quiere decir cantar con júbilo? Darse
cuenta de que no podemos expresar con palabras lo que siente el corazón. En
efecto, los que cantan, ya sea en la siega, ya en la vendimia o en algún otro
trabajo intensivo, empiezan a cantar con palabras que manifiestan su alegría,
pero luego es tan grande la alegría que los invade que, al no poder expresarla
con palabras, prescinden de ellas y acaban en un simple sonido de júbilo.
El júbilo es un sonido que indica la incapacidad de expresar lo que
siente el corazón. Y este modo de cantar es el más adecuado cuando se trata del
Dios inefable. Porque, si es inefable, no puede ser traducido en palabras. Y, si
no puedes traducirlo en palabras y, por otra parte, no te es lícito callar, lo
único que puedes hacer es cantar con júbilo. De este modo, el corazón se alegra
sin palabras y la inmensidad del gozo no se ve limitada por unos vocablos.
Cantadle con maestría y con júbilo.
RESPONSORIO Sal 70, 8. 23; 9 A, 3
R. Llena está mi
boca de tu alabanza y de tu gloria, todo el día; * te aclamarán mis labios,
Señor.V. Me alegro y exulto
contigo y toco en honor de tu nombre, ¡oh Altísimo! R.
Te aclamarán mis labios, Señor.
ORACIÓN.
OREMOS,
Acoge con
bondad nuestras súplicas, Señor, y, por intercesión de santa Cecilia, dígnate
escucharnos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Amén
Me uno a tu oración.
ResponderEliminarBellísima entrada...
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