Del Tratado de san Juan Eudes, presbítero, Sobre el reino de Jesús
(Parte 3,
4: Opera omnia 1, 310-312)
Debemos continuar y completar en
nosotros los estados y misterios de la vida de Cristo, y suplicarle con
frecuencia que los consume y complete en nosotros y en toda su
Iglesia.
Porque los misterios de Jesús no han llegado todavía a su total
perfección y plenitud. Han llegado ciertamente a su perfección y plenitud en la
persona de Jesús, pero no en nosotros, que somos sus miembros, ni en su Iglesia,
que es su cuerpo místico. El Hijo de Dios quiere comunicar y extender en cierto
modo y continuar sus misterios en nosotros y en toda su Iglesia, ya sea mediante
las gracias que ha determinado otorgarnos, ya mediante los efectos que quiere
producir en nosotros a través de estos misterios. En este sentido quiere
completarlos en nosotros.
Por esto san Pablo dice que Cristo halla su
plenitud en la Iglesia y que todos nosotros contribuimos a su edificación y a la
edad de Cristo en su plenitud, es decir, a aquella edad mística que él tiene en
su cuerpo místico, y que no llegará a su plenitud hasta el día del juicio. El
mismo Apóstol dice, en otro lugar, que él va completando las tribulaciones que
aún le quedan por sufrir con Cristo en su carne mortal.
De éste modo el
Hijo de Dios ha determinado consumar y completar en nosotros todos los estados y
misterios de su vida. Quiere llevar a término en nosotros los misterios de su
encarnación, de su nacimiento, de su vida oculta, formándose en nosotros y
volviendo a nacer en nuestras almas por los santos sacramentos del bautismo y de
la sagrada eucaristía, y haciendo que llevemos una vida espiritual e interior,
oculta con él en Dios.
Quiere completar en nosotros el misterio de su
pasión, muerte y resurrección, haciendo que suframos, muramos y resucitemos con
él y en él. Finalmente, completará en nosotros su estado de vida gloriosa e
inmortal cuando haga que vivamos con él y en él una vida gloriosa y eterna en el
cielo. Del mismo modo quiere consumar y completar los demás estados y misterios
de su vida en nosotros y en su Iglesia, haciendo que nosotros los compartamos y
participemos de ellos, y que en nosotros sean continuados y
prolongados.
Según esto, los misterios de Cristo no estarán completos
hasta el final de aquel tiempo que él ha destinado para la plena realización de
sus misterios en nosotros y en la Iglesia, es decir, hasta el fin del
mundo.
RESPONSORIO Col 1, 24.
29
R. Ahora me alegro de los padecimientos que he sufrido por vosotros,
* y voy completando en favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, las
tribulaciones que aún me quedan por sufrir con Cristo en mi carne
mortal.V. Con este fin me
esfuerzo y lucho, contando con la eficacia de Cristo, que actúa poderosamente en
mí.R. Y voy completando en
favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, las tribulaciones que aún me
quedan por sufrir con Cristo en mi carne mortal.
ORACIÓN.
OREMOS,
Señor, Dios
nuestro, concédenos alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y
verdadera alegría está en ser fiel a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
gracias, tu blog es muy hermoso!
ResponderEliminarBienvenidos ao Blog - www.virgemdeguadalupe.blogspot.com